Estamos cerca de recta final de este año 2015 y con eso vienen momentos de alegría y de melancolía al recordar acontecimientos que marcaron nuestro 2015.
Al cerrar este año la gran mayoría de nosotros tendremos momentos de reflexión sobre nuestros aciertos y errores. Nos fijaremos metas, abrazaremos nuevos propósitos y buscaremos acercarnos más a nuestros sueños en este 2016.
Seguramente en ese lapso de tiempo en que mentalmente recapitularemos nuestro 2015 y planificaremos nuestro 2016 vamos a recorrer diversas esferas de nuestra vida, la economía, las finanzas, nuestra vida sentimental, nuestras amistades, nuestra familia, nuestros hijos, el área académica, nuestra salud, etc. ¡En fin! tenemos una lista tan grande para pesar y analizar que no terminaríamos en unas horas.
 Sin embargo, es imposible que nos topemos con esta área tan importante de nuestra vida que todos los seres humanos tenemos, la espiritual. ¿A cuántos de nosotros realmente nos inquieta saber qué tanto avanzamos en nuestro caminar con Dios en este año? o ¿Qué tanto puse mis decisiones y mi corazón en la voluntad de Dios?
Somos parte de una generación que cada año se fija nuevos propósitos y tiene peticiones específicas para el año que comienza. Algunos añoran un mejor trabajo, otros mejorar sus finanzas, hay también quienes planean casarse o piden una pareja, otros planean más viajes, otros realizar una maestris o un doctorado, y así podemos ver en a cada persona diferentes anhelos, pero, ¿Qué pasaría si hoy Dios viniera frente a ti y te dijera: ¿Qué quieres que haga por ti?, la oportunidad de nuestra vida estaría frente a nosotros. Piense por un momento, ¿Qué le pediría a Dios?  ¿cuántos escribiríamos dentro de esos anhelos lo que el Rey salomón pidiera hace miles de años?
El primero libro de Reyes 3:9  dice: "da, pues, a tu siervo corazón entendido..."  Este Rey conocía  la responsabilidad de guíar un pueblo elegido de Dios. Su humildad lo llevo a responder de una manera sorprendente ante la pregunta de Jehová. Dice la Escritura que esta petición le agrado tanto a Dios que el le concedió mucho más de lo que él había pedido y le dio un corazón sabio y entendido.
En ocasiones tenemos que dejar de lado nuestros intereses terrenales y superficiales para poner buscar la guía de Dios y con humildad pedir sabiduría en todas nuestras decisiones y nuestros caminos. Que nuestro anhelo en este 2016 más que hacer o tener, sea un "ser" mejores, más sabios y con un corazón "que escuche", un corazón que pueda atender a la voz de Dios en todo momento.
¡Que inicies un feliz 2016 lleno de retos y desafíos, recordando que el más grande es poder andar cada día más atento a la voz del Sabio Dios!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Estoy aquí, pero no estoy

Dios llevándome un paso más allá...

LISTOS O NO...